Jaime Sabines (mil novecientos veintiseis – mil novecientos noventa y nueve) fue un señalado versista mexicano que trabajó temas como el amor, la soledad y la muerte en un estilo directo y fácil.
Índice de contenidos
1. Tú tienes lo que busco
Tú tienes lo que busco, lo que deSeo, lo que amo,
lo tienes.
El puño de mi corazón golpea, llamando.
Te agradezco a los cuentos,
doy merced a tu madre y a tu padre,
y a la muerte que no te ha visto.
Te agradezco al aire.
Eres esbelta como el trigo,
débil como la línea de tu cuerpo.
Jamás he amado a una mujer delgada
mas has enamorado mis manos,
anudaste mi deSeo,
cogiste mis ojos como dos peces.
Por eso estoy a tu puerta, aguardando.
En este poema el hablante lírico se dirige a la mujer que ama para expresarle que es todo cuanto siempre y en toda circunstancia había estado buscando. Así, agradece todas y cada una de las circunstancias que dejaron su presencia en el planeta.
Cara el final de los versos, hace un convidación directa a la dama para apuntarle que está presto a aguardarla a fin de que puedan vivir de forma libre su amor.
dos. Algo sobre la muerte del Mayor Sabines (fragmento)
Primera parte
I
Permíteme descansar,
aflojar los músculos del corazón
y poner a dormir el ánima
para poder charlar,
para poder rememorar estos días,
los más largos del tiempo.Convalecemos de la sofocación apenas
y estamos enclenques, espantadizos,
despertando dos o 3 veces de nuestro escaso sueño
para verte en la noche y saber que respiras.
Precisamos despertar para estar más lúcidos
en esta pesadilla llena de gentes y de ruidos.Tú eres el leño invulnerable y las ramas,
por eso es que este hachazo nos sacude.
Jamás en frente de tu muerte nos paramos
a meditar en la muerte,
ni te hemos visto jamás sino más bien como la fuerza y la
alegría.
No lo sabemos bien, mas de súbito llega
un muy frecuente aviso,
una escapada espada de la boca de Dios
que cae y cae y cae de forma lenta.
Y hete aquí que trememos de temor,
que nos ahoga el lloro contenido,
que nos aprieta la garganta el temor.Nos echamos a caminar y no paramos
de caminar nunca, tras medianoche,
en ese corredor del sanatorio sigiloso
donde hay una enfermera lúcida de ángel.
Aguardar que murieras era fallecer despacio,
estar goteando del cilindro de la muerte,
fallecer poco, a pedazos.No ha habido hora más larga que cuando no
dormías,
ni túnel más espeso de horror y de miseria
que el que llenaban tus lamentos,
tu pobre cuerpo herido.
El padre del autor murió en mil novecientos setenta y tres después de una larga lucha contra el cáncer. Fue un proceso muy doloroso para toda la familia, por lo que Sabines decidió plasmarlo en un largo poema en el que medita sobre la muerte, aparte de hacerle honor a la figura de su progenitor.
En esta primera parte, recuerda los instantes vividos en los últimos días. Toda la familia se hallaba en el centro de salud, al lado del enfermo.
El hablante expresa la complejidad de encarar la partida de un hombre a quien consideraba como símbolo de fuerza y apoyo. La muerte aparece como una presencia ignota hasta ese instante, con la que se debe aprender a lidiar y, por último, admitir.
tres. Me tienes en tus manos
Me tienes en tus manos
y me lees lo mismo que un libro.
Sabes lo que ignoro
y me afirmas las cosas que no me digo.
Me aprendo en ti más que en mi mismo.
Eres como un milagro de todas y cada una horas,
como un dolor sin lugar.
Si no fueses mujer fueses mi amigo.
En ocasiones deseo hablarte de mujeres
que a un lado tuyo persigo.
Eres como el perdón
y soy como tu hijo.
¿Qué buenos ojos tienes cuando estás conmigo?
¡Qué distante te haces y qué ausente
cuando a la soledad te sacrifico!
Dulce como tu nombre, como un higo,
me esperas en tu amor hasta el momento en que arribo.
Tú eres como mi casa,
eres como mi muerte, amor mío.
El título de este poema hace referencia a que la amada ha conseguido conquistar por completo al hombre. Por este motivo, está presto a entregarse a esta relación que lo ha hecho aprender, conocerse mejor a sí mismo y mirar las cosas de otro modo.
También, plantea la idea de un romance pleno, en que puedan ser amantes, amigos y cómplices. Es precisamente por esto que concluye con el término de la mujer como su casa, puesto que desea que se transforme en su familia.
cuatro. Espero sanarme de ti
Espero sanarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de tomarte, de pensarte. Es posible. Siguiendo las prescripciones de la ética en turno. Me receto tiempo, abstinencia, soledad.
¿Te semeja bien que te quiera solamente una semana? No es mucho, ni es poco, es bastante. En una semana se puede reunir todas y cada una de las palabras de amor que se han pronunciado sobre la tierra y se les puede aprender fuego. Te calentaré con esa fogata del amor quemado. Y asimismo el silencio. Pues las mejores palabras del amor están entre dos gentes que no se afirman nada.
Hay que abrasar asimismo ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes de qué forma te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes manejar?», «se hizo de noche»… Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te he dicho «ya es tarde», y sabías que afirmaba «te quiero»).
Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. A fin de que hagas con él lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Solo deseo una semana para comprender las cosas. Pues esto es muy semejante a estar saliendo de un psiquiátrico para entrar a un panteón.
El desamor fue uno de los temas esenciales que trabajó Sabines. En estos versos menciona a la pena de perder a la amada, puesto que se siente como una enfermedad.
Así, la mujer se transforma en una presencia incesante de la que es preciso exorcizarse, ya que había pasado a ser parte de su existencia diaria.
Concluir la relación lo condujo a diferentes estados. Por esto, al final asevera «esto es muy semejante a estar saliendo de un psiquiátrico para entrar a un panteón». O sea, pasó ásperamente de la sensación de volverse orate sin ella, a apreciar fallecer por su falta.
cinco. Me chifla Dios
Me chifla Dios. Es un viejo espléndido que no se toma de verdad. A él le agrada jugar y juega, y en ocasiones se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta claramente. Mas esto sucede pues es un tanto cegatón y bastante torpe con las manos.
Nos ha mandado a ciertos tipos inusuales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, a fin de que nos afirmen que nos portemos bien. Mas esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al muchacho, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso ideó la muerte: a fin de que la vida -no ni – la vida, sea por siempre.
Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang… Mas ¿qué importa si el cosmos se expande interminablemente o se contrae? Esto es tema solo para agencias de viajes.
A mí me chifla Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el pasado día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los antibióticos- ¡bacterias mutantes!
Viejo sabio o pequeño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo y de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de forma increíble.
Mueve una mano y hace el mar, y mueve la otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento.
Afirman que en ocasiones se encoleriza y hace terremotos, y manda tormentas, caudales de fuego, vientos liberados, aguas alevosas, castigos y desastres. Mas esto es patraña. Es la tierra que cambia -y se agita y medra- cuando Dios se distancia.
Dios siempre y en todo momento está de buen humor. Por eso es el favorito de mis progenitores, el elegido de mis hijos, el más próximo de mis hermanos, la mujer más amada, el perro y la pulga, la piedra más vieja, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche inescrutable, el borboteo de luz, el manantial que soy.
A mí me agrada, a mí me chifla Dios. Que Dios bendiga a Dios.
El estilo informal, imitando una charla rutinaria fue clave en el estilo del versista. Escribió múltiples poemas en prosa como este en el que declara su amor cara Dios.
De esta manera, resalta su presencia en las cosas fáciles, como la fuerza increíble que tiene para crear vida en la tierra. En un tono humorístico, plantea la idea de un Dios juguetón que prueba con los humanos las posibilidades de su poder.
seis. No es que muera de amor…
No es que muera de amor, muero de ti.
Muero de ti, amor, de amor de ti,
de emergencia mía de mi piel de ti,
de mi ánima, de ti y de mi boca
y del inaguantable que soy sin ti.Muero de ti y de mi, muero de los dos,
de nosotros, de ese,
desgarrado, partido,
me muero, te muero, lo morimos.Morimos en mi cuarto en que estoy solo,
en mi cama en que faltas,
en la calle donde mi brazo va vacío,
en el cine y los parques, los tranvías,
los lugares donde mi hombro
habitúa tu cabeza
y mi mano tu mano
y todo te sé como mismo.Morimos en el lugar que le he prestado al aire
a fin de que estés fuera de mí,
y en el sitio en que el aire se termina
en el momento en que te echo mi piel encima
y nos conocemos en nosotros,
separados del planeta, dichosa, penetrada,
y cierto , inacabable.Morimos, lo sabemos, lo ignoran, nos morimos
entre los dos, ahora, separados,
del uno al otro, a diario,
cayéndonos en múltiples esculturas,
en ademanes que no vemos,
en nuestras manos que nos precisan.Nos morimos, amor, muero en tu vientre
que no muerdo ni beso,
en tus muslos muy dulces y vivos,
en tu carne sin fin, muero de máscaras,
de triángulos oscuros e muy frecuentes.
Muero de mi cuerpo y de tu cuerpo,
de nuestra muerte ,amor, muero, morimos.
En el pozo de amor en todo momento,
inconsolable, a voces,
en mi, deseo decir, te llamo,
te llaman los que nacen, los que vienen
de atrás, de ti, los que a ti llegan.
Nos morimos, amor, y nada hacemos
sino más bien morirnos más, hora tras hora,
y escribirnos y hablarnos y morirnos.
En este poema, Sabines hace una distinción entre el ideal romántico y el amor cara una persona en particular. Así, le declara su lealtad eterna a la mujer amada.
Así, si bien la distancia los separe y se sienta como una incesante muerte, la unión que tienen resulta indestructible ya antes las contrariedades del tiempo y el espacio.
siete. Amor mío, mi amor…
Amor mío, mi amor, amor hallado
de súbito en la ostra de la muerte.
Deseo comer contigo, estar, querer contigo,
deseo tocarte, verte.Me lo digo, lo afirman en mi cuerpo
los hilos de mi sangre habituada,
lo afirma este dolor y mis zapatos
y mi boca y mi almohada.Te quiero, amor, amor ridículamente,
estúpidamente, perdido, alumbrado,
soñando rosas e ideando estrellas
y diciéndote adiós yendo junto a ti.Te quiero desde el poste de el rincón,
desde la alfombra de ese cuarto en solitario,
en las sábanas tibias de tu cuerpo
donde se duerme un agua de amapolas.Cabellera del aire desvelado,
río a la noche, platanar obscuro,
colmena ciega, amor desenterrado,voy a continuar tus pasos cara arriba,
de tus pies a tu muslo y tu costado.
En este poema, el hablante asevera su entrega completa y total cara el ser amado. Es un pasión desbordada que se nutre del deSeo y el cariño. Un amor que le invade el cuerpo y la psique, que se siente como una emergencia inmediata por la proximidad del otro.
Ver también: