La torre Eiffel se inauguró en el año mil ochocientos ochenta y nueve, año en que se festejaba el primer centenario de la Revolución Francesa. Es considerada un símbolo del avance industrial y tecnológico de la Francia de aquellos años.
Lo que muchos no saben es que esta construcción no estaba destinada a ser permanente, sino había de ser removida al terminar la concesión.
¿Qué hizo que esta torre continuara y por qué se transformó en el símbolo arquitectónico más simbólico de París, pese a las creencias encontradas que provocó en su instante?
Índice de contenidos
Historia de la torre Eiffel
Corría la segunda mitad del siglo XIX cuando Europa empezaba a cosechar los frutos económicos de la revolución industrial, la que había hecho su aparición en el siglo XVIII.
Con el tiempo, el nuevo sistema de producción había implicado un rearme económico de los países europeos industrializados. Como consecuencia, estos países extendieron sus mercados y dominios cara África y Asia, formando la manera moderna de lo que históricamente se ha llamado “imperialismo”.
En ese contexto aparecieron las exposiciones universales para dar a conocer los avances industriales y productos manufacturados de los países, en pos de nuevas ocasiones de negocios, intercambio, expansión y prestigio.
Las exposiciones universales sucedieron a las exposiciones nacionales que ya se hacían en Francia desde la primera mitad del siglo y que fueron replicadas en otros países. No obstante, la primera Exposición Universal propiamente dicha se festejó en Inglaterra en el año mil ochocientos cincuenta y uno. En mil ochocientos ochenta y nueve, le tocaría el turno a Francia para lucirse.
Del proyecto a la edificación
Como preparación de la Exposición Universal de mil ochocientos ochenta y nueve, año del centenario de la Revolución Francesa, el Estado francés convocó un concurso para edificar una enorme torre que ensalzara el orgullo de la industria y la nación. Ese titán debía tener unas características: una base cuadrada, con una torre de hierro, trescientos metros de alto y ciento veinticinco metros laterales.
Resultó escogido el proyecto de los ingenieros Maurice Koechlin y Emile Nouguier y del arquitecto técnico Stephen Sauvestre. Este último fue citado para darle un aspecto más estético a este monstruo de hierro que se levantaría en la urbe de las luces. Mas su nombre se debe a quien la hizo a nivel económico posible, el empresario Gustave Eiffel, a quien se le dio las ventajas de la concesión por veinte años, al término de los que debía desarmarla.
Realmente, este proyecto ya se había presentado a otras urbes, mas fue rechazado múltiples veces por no adecuarse a la estética urbana, como Barna. En verdad, si bien el gobierno francés diese la aprobación, este proyecto tuvo muchos opositores en Francia.
Polémica
Muchos humanistas de su tiempo adversaron la construcción de la torre Eiffel. Por una parte, se temía que se pudiese desplomar, puesto que jamás se había visto un edificio de esas dimensiones ni de esos materiales.
En verdad el escritor naturalista Guy de Maupassant afirmaba que le agradaba comer diariamente en aquel sitio pues era el único lugar de la ciudad de París en el que no se veía la torre. Tanto la detestaba.
No extraña que Maupassant se uniera a los intelectuales y artistas Gounod, Sardou, Garnier, Coppée, Prudhomme, de Lisle, Bouguereau, Dumas (hijo), Meissonier, Huysmans y Verlaine en un manifiesto contra la construcción de la torre. Publicado en el diario Le Temps, el manifiesto afirmaba así:
Para hacerse una idea de lo que adelantamos, basta además de esto imaginarse una torre de manera vertiginosa absurda dominando París, como una negra y gran chimenea de una factoría, concluyente con su enorme masa. Notre Dame, La Sainte-Chapelle, la torre Saint-Jacques, el Louvre, la bóveda de los Inválidos, el Arco del Triunfo, todos nuestros monumentos humillados, toda nuestra arquitectura venida a menos, desapareciendo entre ese sueño pasmoso. Y a lo largo de veinte años vamos a ver alargarse sobre toda la urbe, aún estremecida por el genio de tantos siglos, como una mácula de tinta, la aborrecible sombra de la aborrecible columna de hierro forjado.
Mas la súplica de los artistas no fue escuchada. Los trabajos de construcción se comenzaron en el mes de enero del año mil ochocientos ochenta y siete y concluyeron el treinta y uno de marzo de mil ochocientos ochenta y nueve.
Peculiaridades de la Torre Eiffel

Desde el punto de vista estético, la torre Eiffel rompió con la idea de que las construcciones hermosos habían de ser de piedra. Esto fue conseguido al desvestir completamente la estructura y transformarla en el primordial elemento de la contemplación. Ahora la estructura ya no sería solo funcional sino más bien estética.
En verdad, entre los pilares fueron construidos 4 arcos cuya función es esencialmente estética. Aun así, pese a este giro de la tradición arquitectónica, la Torre Eiffel vista en conjunto reúne los tradicionales criterios estéticos de la armonía, la proporción y la simetría.
Peculiaridades estructurales
La torre se emplaza en una base cuadrangular con 4 pilares de entorno, los que se mantienen a su vez en 8 gatos hidráulicos cada uno de ellos.
Las bases cuadrangulares de la torre se unen entre sí en tanto que la estructura se eleva, formando un obelisco que acaba en un enorme farol sobre la urbe. Así, se distribuye el peso equitativamente.
En conjunto, la torre está dividida en 3 niveles y una plataforma media entre los dos últimos, la que no es alcanzable a los turistas puesto que cumple un objetivo funcional.
El reto real que encaraba la estructura de la torre Eiffel era uno: el viento. En función de este aspecto se efectuaron una serie de estudios que dieron como resultado su forma actual.
En la torre hay múltiples restoranes, divididos entre la primera y la segunda planta, y hasta una tienda de macarons, los dulces habituales de París. En la cima se halla un bar en el que se puede tomar champagne mientras que se contempla la urbe.
Curiosidades de la torre Eiffel
Para edificar la Torre Eiffel se fabricaron cerca de dieciocho mil piezas. Una vez que se empezó la construcción, fueron precisos 5 meses para edificar los cimientos de la base, al tiempo que acoplar aquellas piezas retardaría prácticamente un par de años.
Cuando fue abierta al público, la Torre no tenía aún ascensores. Aun así, el éxito fue definitivo. Desde ese momento, la Torre Eiffel ha recibido millones de espectadores.
En el año mil novecientos, ya antes de acabar la concesión del empresario Eiffel, la Armada Francesa decidió poner una antena de radio en el extremo más alto de la torre. La torre se volvería así un punto estratégico y central de la urbe, lo que postergó indefinidamente su desmontaje.