Por Thomas L. Friedman
El diccionario Merriam-Webster apunta que una “caja de Pandora” puede ser “cualquier cosa que parezca ordinaria, mas que puede generar resultados perjudiciales impredecibles”. Recientemente, he pensado mucho en las cajas de Pandora, pues los “Homo sapiens” hacemos algo que jamás habíamos hecho: levantar las tapas de dos cajas gigantes de Pandora al tiempo, sin tener ni la más remota idea de lo que podría salir volando.
Una de estas cajas de Pandora se llama “inteligencia artificial” y la ejemplarizan programas como ChatGPT, Bard y AlphaFold, los que son testigos de la capacidad de la humanidad para fabricar por vez primera, y tal y como si fuera la obra de un dios, algo que se aproxima a la inteligencia general y supera por mucho la capacidad cerebral con la que evolucionamos de forma natural.
TE PUEDE INTERESAR: ¿Cuáles son los riesgos que supone la inteligencia artificial realmente?
La otra caja de Pandora lleva por nombre “cambio climático” y con ella los humanos estamos por vez primera conduciéndonos, de nuevo, tal y como si fuéramos unos dioses, de una temporada climática a otra. Hasta el momento, ese poder estaba limitado en buena medida a las fuerzas naturales relacionadas con la órbita de la Tierra alrededor del Sol.
Para mí, mientras que levantamos las tapas al tiempo, la enorme pregunta es: ¿qué género de regulaciones y moral debemos incorporar para manejar lo que salga chillando de las cajas?
Aceptémoslo, no entendimos cuánto se iban a emplear las redes sociales para minar los dos pilares de cualquier sociedad libre: la verdad y la confianza. Así que, si abordamos la inteligencia artificial generativa con exactamente la misma negligencia —si volvemos a proseguir el irresponsable mantra de Mark Zuckerberg en los comienzos de las redes sociales, “muévete veloz y rompe cosas”—, qué te digo… romperemos cosas más veloz, con más fuerza y más profundidad de lo que absolutamente nadie puede imaginar.
“Nos faltó imaginación cuando se desataron las redes sociales y después no conseguimos contestar con responsabilidad a sus consecuencias inimaginadas una vez que permearon las vidas de miles y miles de millones de personas”, me comentó Dov Seidman, creador y presidente de HOW Institute for Society y LRN. “Perdimos un buen tiempo —y nuestro camino— pensando de forma utópica en que solo podían salir cosas buenas de las redes sociales, al conectar a la gente y dándole voz. No podemos dejarnos descalabros afines con la inteligencia artificial”.
Así que existe “un imperativo urgente —tanto ético como regulatorio— a fin de que estas tecnologías de inteligencia artificial solo se empleen para complementar y elevar lo que nos hace singularmente humanos: nuestra inventiva, nuestra curiosidad y, en el mejor caso, nuestra capacidad para tener esperanza, moral, empatía, determinación y cooperar con otros”, añadió Seidman (miembro del consejo del muSeo que creó mi mujer, Planet Word).
“El adagio de que un enorme poder acarrea una enorme responsablidad jamás ha sido más cierto. No podemos dejarnos otra generación de tecnólogos que proclamen su neutralidad moral y nos digan: ‘Oye, solo somos una plataforma’, cuando estas tecnologías de inteligencia artificial están dejando tipos exponencialmente más poderosos y profundos de empoderamiento e interacción humana”.
Por tales razones, le solicité su opinión a James Manyika, quien dirige el equipo de tecnología y sociedad de Google, como Google Research —donde se hace una gran parte de la innovación en inteligencia artificial—, sobre la promesa y el reto de esta tecnología.
“Hemos de ser valientes y responsables al tiempo”, aseveró.
La inteligencia artificial va a poder ser una poderosa herramienta para actividades rutinarias, mas debe tomarse con precaución.
“La razón para ser valientes es que, en muchos campos diferentes, la inteligencia artificial tiene el potencial de asistir a la gente con las labores rutinarias, de enfrentar ciertos mayores retos de la humanidad —como, por poner un ejemplo, la atención médica— y conseguir nuevos descubrimientos e innovaciones científicos, como mejoras de productividad que van a llevar a una mayor prosperidad económica”.
Manyika añadió que lo va a hacer “dándole acceso a gente de todas y cada una partes a la suma del conocimiento mundial: en su lengua, en su modo de comunicación preferido, a través de texto, voz, imágenes o código” en un teléfono inteligente, la T.V., la radio o un e-book. Considerablemente más gente va a poder conseguir la mejor ayuda y las mejores contestaciones para prosperar su vida.
No obstante, Manyika añadió que asimismo hemos de ser responsables y citó múltiples inquietudes. Primeramente, estas herramientas han de estar alineadas por completo con los objetivos de la humanidad. Seguidamente, en las manos equivocadas, estas herramientas podrían hacer un daño enorme, tanto si charlamos de la desinformación como de cosas que se pueden falsificar perfectamente o del hackeo. (Los malos siempre y en toda circunstancia son los primeros en adoptarlas).
TE PUEDE INTERESAR: ¿De veras la humanidad está bajo riesgo?… cuáles son los riesgos reales en el desarrollo de la inteligencia artificial
Para finalizar, “hasta determinado grado, la ingeniería va a la cabeza de la ciencia”, explicó Manyika. O sea, ni tan siquiera las personas que edifican los llamados grandes modelos lingüísticos en los que se fundamentan productos como ChatGPT y Bard comprenden por completo de qué manera marchan ni el alcance total de sus capacidades”. Manyika añadió que podemos diseñar sistemas de inteligencia artificial de una capacidad excepcional, a los que se les pueden instruir unos pocos ejemplos de aritmética, un lenguaje poco común o explicaciones de rechistes y después, con una precisión pasmosa, pueden comenzar a hacer considerablemente más cosas solo con esos fragmentos. En otras palabras, aún no sabemos por completo cuántas cosas más, buenas o malas, pueden hacer estos sistemas.
We Are Opening the Lids on Two Giant Pandora’s Boxes https://t.co/FPfSllMcJv
— Thomas L. Friedman (@tomfriedman)
May tres, dos mil veintitres
Por ende, precisamos cierta regulación, mas debe hacerse de manera cuidadosa y de forma iterativa. La talla única no les va a quedar a todos.
¿Por qué? Bueno, si lo que más te preocupa es que China supere a E.U. en el ramo de la inteligencia artificial, se debe apresurar nuestra innovación en inteligencia artificial, no ralentizarla. Si deseas democratizar de veras la inteligencia artificial, tal vez desees que su código sea abierto. Sin embargo, el código abierto puede ser explotado. ¿Qué haría el conjunto del Estado Islámico con el código? Así que debemos meditar en el control de armas. Si te preocupa que los sistemas de inteligencia artificial agudicen la discriminación, las violaciones de la privacidad y otros daños sociales divisivos, como lo hacen las redes sociales, debemos tener regulaciones ahora.
Si deseas aprovechar todas y cada una de las mejoras de productividad que se aguardan de la inteligencia artificial, debes centrarte en crear nuevas ocasiones y redes de seguridad para todos y cada uno de los asistentes jurídicos, estudiosos, aconsejes financieros, traductores y las personas que trabajan en labores de reiteración que podrían ser remplazados hoy y tal vez los abogados y programadores que serían remplazados mañana. Si te preocupa que la inteligencia artificial se vuelva superinteligente y comience a acotar sus objetivos, sin tener en consideración el daño humano, debemos detenerla inmediatamente.
Este último riesgo es tan real que, el primer día de la semana, Geoffrey Hinton, uno de los diseñadores vanguardistas de los sistemas de inteligencia artificial, anunció que iba a desamparar el equipo de inteligencia artificial de Google. Hinton apuntó que, en su entender, Google estaba actuando de forma responsable en el despliegue de sus productos de inteligencia artificial, mas que deseaba tener la libertad para charlar sobre todos y cada uno de los peligros. “Es bastante difícil ver de qué forma se puede eludir que los malos la empleen para cosas malas”, le comentó Hinton a Cade Metz, de The New York Times.
El uso de herramientas como Chat GPT ha despertado las dudas sobre las regulaciones que debería tener.
Si sumamos todo, el resultado es que, como sociedad, estamos a puntito de tener que decidir sobre ciertas concesiones fundamentales mientras que introducimos la inteligencia artificial generativa.
Y la regulación gubernativo por sí misma no nos salvará. Tengo una regla sencilla: cuanto más veloz sea el ritmo del cambio y más poderes divinos desarrollemos los humanos, más va a importar todo lo viejo y lento; todo cuanto aprendiste en la escuela dominical o de adondequiera que tomes una inspiración moral, va a importar más que jamás.
Por el hecho de que, cuanto más alteremos la escala de la inteligencia artificial, mayor ha de ser la modificación de la escala de la regla dorada: trata a el resto como desees que te traten. Por el hecho de que, debido a los poderes poco a poco más divinos que nos estamos dando, ahora podemos afectarnos los unos a los otros más veloz, más asequible y más profundo que jamás.
TE PUEDE INTERESAR: Geoffrey Hinton, el ‘padrino de la inteligencia artificial’, deja Google; advertirá sobre los riesgos de esta tecnología
Sucede lo mismo con la caja de Pandora climática que abrimos. Como explica la NASA en su lugar web: “En los últimos ochocientos mil años, ha habido 8 ciclos de glaciaciones y periodos más cálidos”. La última edad de hielo acabó hace unos once mil setecientos años y le dio paso a nuestra era climática actual —conocida como Holoceno (que significa “totalmente reciente”)—, la que se identifica por tener estaciones estables que dejaron una agricultura estable, la construcción de comunidades humanas y, a final de cuentas, la civilización como la conocemos hoy.
“La mayor parte de estos cambios climáticos se les atribuyen a alteraciones pequeñísimas en la órbita de la Tierra que alteran la cantidad de energía solar que recibe nuestro planeta”, apunta la NASA.
Bien, puesto que despídete de eso. Ahora hay un discute febril entre los ecologistas —y los especialistas en geología de la Unión Internacional de Ciencias Geológicas, la organización profesional responsable de acotar las eras geológicas y climáticas de la Tierra— en torno a si los humanos hemos salido del Holoceno para entrar en una nueva era, llamada Antropoceno.
A la par de los problemas sobre la inteligencia artificial, el cambio climático se transforma en el enorme reto de nuestros tiempos.
Ese nombre procede “de ‘anthropos’, que significa ‘hombre’, y ‘kainos’, que significa ‘nuevo’, por el hecho de que la humanidad ha ocasionado extinciones masivas de especies vegetales y animales, ha polucionado los océanos y ha perturbado la atmosfera, entre otros muchos impactos duraderos”, explicó un artículo publicado en Smithsonian Magazine.
Los científicos del sistema terrestre se temen que esta era creada por el hombre, el Antropoceno, no tenga ninguna de las estaciones predecibles del Holoceno. La agricultura podría transformarse en una pesadilla.
No obstante, acá es donde la inteligencia artificial podría ser nuestra salvadora: acelerando los avances en la ciencia de los materiales, la densidad de las baterías, la energía de fusión y la energía nuclear modular segura que dejen a los humanos administrar los impactos del cambio climático que ahora son ineludibles y eludir los que serían inmanejables.
TE PUEDE INTERESAR: Stephen Hawking advirtió que la IA podría representar el fin de la raza humana, en los años anteriores a su muerte
Sin embargo, si la inteligencia artificial nos ofrece un mecanismo para amortiguar los peores efectos del cambio climático —si, en esencia, la inteligencia artificial nos da una oportunidad—, va a ser mejor que lo hagamos bien. O sea, con regulaciones inteligentes para alterar con velocidad la escala de la energía limpia y con valores sustentables a escala. Si no propagamos una moral de la conservación —una reverencia por la naturaleza y todo cuanto nos da sin costo, como el aire y el agua limpios—, podríamos terminar en un planeta en el que la gente se sienta con derecho a conducir por la selva ahora que su Hummer es absolutamente eléctrico. Eso no puede acontecer.
En conclusión: estas dos grandes cajas de Pandora se abren. Que Dios nos salve si adquirimos poderes divinos para partir el mar Colorado, mas no conseguimos alterar la escala de los Diez Mandamientos. c.2023 The New York Times Company